CANSADO DE ESE MUNDO
Tuvo
una pesadilla en la que mataba a un amigo de su infancia. Anduvo evadiéndose de
la justicia violando las leyes físicas, traspasando muros, volando, metiendo la
mano en el fuego, etcétera, hasta que fue atrapado y culpabilizado por la
implacable policía del sueño. Cuando se despertó sintió el alivio del mundo
real, donde dicha policía no es más que una entelequia. Como de costumbre, su
primer acto del día fue coger su teléfono, y revisar cuantos mensajes le habían
mandado: no había uno solo. Entonces pensó en el mensaje que podría albergar su
pesadilla, y horriblemente volvió al estado de culpa. Se palpó, pronunció unas
cuentas palabras, y tenían el eco de la realidad, estaba realmente despierto
pero la culpa y los señalamientos no se iban. Se levantó a preparar el desayuno
para disipar los malos pensamientos, y recordó a su amigo de la infancia, era
un niño medio raro, compartió muchas horas de juegos con él en casa de su mamá.
Y pensó en su propio
destino, era alguien del tercer mundo radicado en el primer mundo desde hace
cuatro años, y se preguntó a sí mismo qué hacía allí, a cuenta de qué había
viajado tantos kilómetros; por qué razón últimamente se le olvidaban los sueños
en un minuto, pero por qué esa mañana, aún con la barriga desayunada, todavía
recordaba ese sueño atroz, y a la implacable policía del sueño. Buscó su
pasaporte y era perfectamente legal, sin indicio alguno de adulteración. Sonó
el teléfono. Era una llamada de su país.
-- Aló—Dijo con cierto
temblor en su voz
---¿Qué pasó cómo estás? –
Respondieron del otro lado
--- ¿Quién habla? Dijo
templando la voz
--- Jimmy—
--- ¿Cuál Jimmy? Preguntó asustado
-- ¿Tu hermano y quién
más? Le contestó el hermano y agregó:
---Te tengo una mala
noticia, tu récord de policía sale manchado
Ese era un requisito
indispensable para regularizar su situación migratoria. Estaba en el proceso de
legalización, debía cumplir una serie de requisitos.
---¿Pero por qué ?--- Le
gritó a su hermano.
---Te sale manchado ---
le repitió su hermano.
---¿Pero por qué? ¿Qué hice?
--- volvió a gritarle, entre perplejo y dudoso de sí mismo y de sus recuerdos.
Pero la llamada se
interrumpió dejándolo con los pelos de punta. Entonces volvió a revisar su
pasaporte, tratando de encontrar una señal que le hiciera recordar algún crimen
letal; revisó su mochila, donde guardaba los recuerdos del largo itinerario que
significó su llegada al mundo moderno, o viejo mundo, como decían en clases de
historia: Sólo había cosas triviales, membretes, calcomanías, fotografías que
no tenían ninguna relevancia para su alarmante introspección repentina. Se
preguntó a sí mismo, por fin, si en verdad era un criminal, si en realidad había
viajado tanto huyendo de algún delito, con el gris pretexto de buscar un futuro
más brillante.
--Pero ¿qué habré hecho?
-- Se preguntó en voz alta, y se golpeó el pecho.
Y recordó la vez que hirió levemente a su amigo
en la cocina de su mamá jugando a los espadachines. Y recordó cuando dejó
encinta a aquella triste cuarentona, y pasó por su mente la idea de asesinarla
para deshacer tal acto inmoral e irresponsable, y evitar el escarnio de sus
familiares y vecinos, y desligar su vida a la de ella a través del doble asesinato,
mujer y criatura, femifeticidio brutal, hubieran titulado los noticieros; y
recordó cuando una pareja de homosexuales, a todas luces extrovertidos y habladores,
lo vieron salir de un motel con la mujer del herrero del
barrio donde vivía, los cuales luego se paseaban cómodamente por su calle,
porque tenían una amiga allí, obligándolo a encerrarse en casa, mientras
monitoreaba por una rendija si ya se habían marchado, por el temor a ser
divulgado, y poner en riesgo su vida, ya que el cornudo era muy celoso, pensó en el asesinato de la pareja de gays (
la venganza contra los testigos); y recordó el oscuro episodio de su vida
cuando temía ser un portador de vih, por haber llevado una vida mundana, y vislumbró asesinar a su novia de entonces, y
luego simular que fue un accidente, para librarla del escarnio social, y librarse él mismo de la acusación que sobre él
recaería, por parte de sus cuñados y suegros, porque había sido su primer hombre, ella era una dulce joven
hogareña. Todo eso recordó.
Mas nada de esto pesaba
tanto para él como para hacer un juicio definitivo. Casi a la hora del
almuerzo, volvió a mirar el teléfono, y empezó a navegar en internet. Buscó en
la página de la interpol quienes eran los criminales más buscados a nivel
mundial, los prófugos de las justicias más solicitadas, y empezó a investigar
sobre el paradero de su amigo, tan terriblemente asesinado en el sueño, lo
buscó en las fosas sociales, mejor conocidas como redes sociales, y no lo encontró.
Buscó también a la mujer del herrero, vanamente; buscó a cuarentona y madre de
su hijo y no la encontró; buscó la página de los homosexuales y encontró
multitudes indiferenciadas; buscó a su antigua novia, pero todo fue en vano.
“Allá en mi mundo, casi
nadie está conectado aún, todos están dormidos, o lo que es peor, quizá aún no
conocen la internet en el nuevo mundo” pensó delirantemente.
Su mente era un caos ya
en ese momento tratando de encontrar coherencia “Y si mientras yo duermo,
ellos viven y actúan; y cuando yo me despierto, ellos se mueren. ¡ Sí! ¡ Eso debe ser! Quizá sea cierto lo que dicen
algunos charlatanes, que mientras dormimos, nuestra alma se escapa hacia el
lugar donde más nos solicitan; y tal vez a mí me solicitan los cuchillos de mi
madre, a los que, desde que partí de mi casa, nadie los habrá acercado a alguna
piedra de agua para avivar su aristas, deben estar muy broncos, tal vez fueron
a ensartarse fantásticamente en el corazón de alguna de esas pobres
almas, o movidos por mis pesadillas, al corazón de mi amigo, como aquella tarde
que lo herí en la cocina de mi mamá, ahora recuerdo también, que siempre deseé
a su noviecita. Quizá sea cierto lo que dice el entrañable Dios de los cristianos:
el que piensa comerse a una mujer, ya la mató en su corazón, creo que lo dice
en el libro de Mateo, aunque, con otras palabras, y si mejor hago el almuerzo,
un arrocito bien voladito quizá me ponga las ideas en claro”
Antes de cocinar el
arroz, se afeitó y se dio un baño, y al verse al espejo, sintió que se
discriminaba a sí mismo, que tenía un aspecto delictivo, y que era ciertamente
un caso sorprendente que estuviera trabajando en Europa desde hace cuatro años,
había desempeñado multitud de oficios, desde pasear perros hasta cuidar viejitos,
construcción, carpintería, y hasta gigoló, sin mucho éxito, vivía entre Francia
y España, había estado en Alemania, y en Belgica, y se había vuelto a España,
para regularizarse. Mientras cocinaba el
arroz, miró otra vez su teléfono y se dio cuenta que tenía un mensaje en su
buzón de voz.
---Te sale manchado por
alteración al orden público, no te acuerdas la vez que protestaste como un loco
en contra de la vida --- escuchó la voz burlona de su hermano, que se reía a
carcajadas.
Y es que durante su
juventud, marchó a favor del aborto libre, para congraciarse con una chica a la
que quería comerse, se desnudó, y anduvo por las calles desvergonzadamente,
pasó en el calabozo unas horas, esto se le había borrado de su mente completamente
por el efecto del licor que se metió ese día. Si el que quiere comerse a una
mujer, ya la mató en su corazón, entonces el que piensa aunque sea vagamente en
asesinar a una persona, aunque nunca lo haga, ya se ganó el infierno en el
corazón del mundo.
---¿Hay alguna manera de
limpiar mi récord de policía?--- Preguntó a su hermano, por chat, mientras sonreía aliviadamente porque a final
de cuentas poco le importaba regularizar su situación migratoria porque ya
estaba cansado de ese mundo.
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