Corazón de Buey


Corazón de Buey

*En memoria de Orlando Vargas(1957-1992)

Estoy escupiendo sangre, y no tengo hijos para mandarlos a cazar pajaritos.
Deben ser las consecuencias de mi incontinencia sensual.
Recuerdo que mi padre también sufrió una grave enfermedad a esta misma edad de Cristo, desahuciado por los médicos de bata blanca, solo tres coloridos  pajaritos podrían haberlo salvado, según la ancestral medicina maya de nuestra tierra, esa fue la sentencia del brujo: había que cocinarle 3 corazones de colibríes en sustancia.
Sus cuatro hijos -- de diez, ocho, seis y cuatro años-- salimos de casa una mañana, por ruego de nuestra madre Norma Luisa Martínez , a la labor de caza.
Cuatro varones: "tres peludos y un pelón", o "tres pelones y un peludo", no recuerdo muy bien nuestro apodo colectivo, así nos llamaban los vecinos a nuestro paso por las calles aún pedregosas y polvorientas, pero también floridas y fértiles, del Barrio La Libertad; cuatro varones incapaces de atrapar siquiera un colibrí para prolongar la vida del padre agónico. Desnaturalizada labor para cuatro niños sin hulera, pero nuestra madre estaba desesperada, y el brujo era demasiado viejo para hacer el trabajo completo, no podía atrapar ni una mosca.

Anduvimos por la rivera del aún frondoso Río Acome, hoy convertido en estercolero; y recorrimos las calles más enflorecidas del barrio La Libertad, pero fuimos incapaces de atrapar siquiera uno, porque ellos batían sus alas sesenta veces por segundo, y un niño corre mucho más despacio y no sabe volar; aunque su ilusión lo eleve hacia el día de la segura recuperación del que cierta vez atrapó un pez gigante, y multiplicó los panes; hacia el día en que  él volviera hacer maromas y volviera a jugar beisbol con ellos. Le decían el Mago, porque era beisbolista, boxeador, maromero, arbitro, juez, vendedor, declamador (conjugaba muy bien el verbo añorar) y gran bebedor: una vez lo vi lanzarse dos docenes de cervezas en un abrir y cerrar de ojos, esta sería la causa que lo llevó a morir tan joven.

El colibrí: dice una antigua leyenda que buscan las almas de los muertos buenos entre las flores para guiarlos al paraíso

Pero su alma no se la llevaron, aquella  tarde de de agosto de 1992 cuando murió, mientras transmitían la telenovela Topacio en Canal 2,  yo maquiné una risa inoportuna. 

¿y si yo lo maté? ¿Por qué no me puse a llorar esa tarde? ¡Transmigración parricida! Parece que su alma fue deglutida por mi  ser, porque me parezco tanto a él, en la cara y en la piel, en la bondad y en la amoralidad, en la salud y en la enfermedad, en el pecado y la incontinencia: porque me estoy muriendo a su misma edad, veintisiete años después, estoy escupiendo sangre, cuando respiro profundo siento una opresión en el pecho.

Y no me importa morir, solo quiero reiterar que siento que su alma vive en mí. 

Y aquí mi voz se confunde con la suya. ¿y si soy Noel Orlando Vargas Mendoza, nacido en 1957, en la Villa 15 de Julio, padre de 4 varones: Orlando el educado, Ricardo el huraño, Antonio el gozoso, y Rigoberto el inocente? La causa de mi muerte terrenal fue porque tenía un corazón muy grande, literalmente, me faltó maldad, y el corazón se me inflamó, me diagnosticaron con una enfermedad llamada vulgarmente corazón de buey ( miocardiopatia dilatada) mi adicción a la cerveza precipitó su avance. Qué geometría tan curiosa la de Dios, quien esta afuera del tiempo y del espacio: pegadito allí, el que se carcajeó durante mi muerte tiene una lesión pulmonar; como si a través de los diferentes pliegues de la existencia, el pesado latido de mi enfermo corazón le fue a dar, como un meteoro vibrando eras, a la amazonia inerme de su respiración, hiriendo justamente la parte izquierda de su pecho ¿Desdoblamiento dimensional? ¿ Error de la reversibilidad  ? ¿maldición familiar?  Sistema de pesos y contrapesos universal . Afortunadamente lo veo fuerte y sonriente .  Si logro librar su muerte temprana habremos roto alguna maldición que desconozco, pero que intuyo:
La maldición de vivir en los penúltimos tiempos, durante el pre Apocalipsis, compartiendo el alma y los rasgos con los menos favorecidos. Porque están naciendo muchos seres sin alma. 

Dios ya se está clausurando
¿Cuántos casos más existirán?
Conozco unas mujeres, abuela, madre e hija que fueron seducidas y panzoneadas por tres guardias, en sus sucesivas y respectivas épocas de mayor belleza y liviandad. Compartían la misma alma y el mismo destino. 

Dios nos alma y el diablo nos desalma. Dios los cría y ellos se juntan: La última de esas mujeres tuvo contacto carnal conmigo esta tarde. 
¡Ya dejé de escupir sangre, y me comí el corazón de una joven palomita!
¡Que infeliz el hombre que no aprende la lección!

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