LA TIERRA EN HERENCIA
."El tiempo es
una impostura del enemigo del género humano, que cayó en la desesperación por
la perennidad de las almas. Estamos siempre en el siglo XV, tal como en el X,
tal como en el momento central de la Inmolación del Calvario, como antes de la
venida de Cristo. Estamos realmente en cada uno de los pliegues del tejido
multicolor de la historia antigua "... Leon Bloy
Cuando construyeron el gran canal interoceánico, había visto
emerger del subsuelo, especies extrañas de reptiles, que rápidamente se
dispersaron entre la población. Por esto él se volvió una especie de
conspiranoico, hablaba mucho de los reptilianos y de otras cosas extrañas.
Luego cuando tuvo mayor conocimiento de las cosas, se guardó para sí esas
evidencias y de dedicó a leer todo lo que caía en sus manos.
Leyó los clásicos de la literatura, los libros sagrados de
todas las religiones, y esto le pareció muy edificante para su espíritu. Leyó también
a los contemporáneos, pero se hartó rápidamente de ellos. Estaba de moda la new
age, los libros de autoayuda, el cientifismo, el revisionismo histórico, y en
literatura, las utopías transhumanistas que instauran el paraíso técnico en la
tierra, y las distopías seudoapocalípticas que someten a la humanidad a la
inteligencia artificial o a los aliens. Él intuía otra cosa sobre este último
tema. No oía la voz de Dios, pero empezó a tomar su propio nombre muy a pecho,
se llamaba Israel y alguna vez se había lamentado porque la Concha, su madre,
le había puesto ese nombre tan ajeno; pero entonces todo cobró sentido para él,
y engendró doce hijos: José, Daniel,
Isaías, Moisés, Ezequiel, y Abraham, hijos de la Sarita, su primera mujer, que
murió en el último parto; Y Eva, Ruth, Pedro, Pablo, Juan y Judas, hijos de la
María, su segunda y última esposa. Cuando Israel tenía cuarenta y cinco años, ya
aparentaba setenta, porque los hijos absorben a sus padres, y los padres dan su
vida por los hijos. Trabajaba de herrero, y tenía una finca en las afueras la
ciudad, cerca del canal.
Guatemala se fue a Guatemejor, El Salvador dejó de ser el
pulgarcito, Honduras, tocó lo más alto, Costa Rica se enriqueció más, Panamá siguió
siendo la Nueva York del istmo, y Nicaragua no volvió a ser república, como
soñaron los criollos, ni colonia de ningún imperio. Llegaría a ser algo mucho
mayor e inimaginable, pero antes, fue parte del primer mundo junto con sus
países hermanos. El Primer mundo en el que Israel era como un anacronismo, un
ser ridículo, el retrograda del siglo de la máquina, era conocido en Rivas y
sus alrededores, el conejo ignorante, le gritaban cuando pasaba por las vías
con su rosario de hijos. El enemigo del medio ambiente. El milenial medieval,
el bárbaro, eran otro de los adjetivos que le endilgaban. El primer mundo con
el que habían soñado todos los demócratas, era una realidad en Centroamérica.
Pero Nicaragua estaba destinado a ser algo mucho mayor.
Hubo mucho progreso. Prohibir el reguetón, ruido que
incentivaba la reproducción de los pobres, sólo había sido una de las primeras
medidas. A mayor bienestar, menos libertad. Se prohibieron muchas cosas,
desapareció el comercio informal de las calles y mercados, ya nadie te decía
amor para venderte una camisa. Se prohibieron los piropos, y las corridas de
toro, los circos con animales, los
enanos dejaron de ganarse el pan de cada día en lo que mejor hacían. Estas son
menudencias. Tomó fuerza el metaverso, el veganismo, el aborto, la zoofilia, la
eutanasia, la ayahuasca, el yoga, el culto a Gaia, la pederastia, el
canibalismo, y demás cosas por el estilo. Lo más grave es que el progreso había pasado
factura al índice de natalidad mestiza. El mal llamado genocidio blanco del mundo
anglosajón, que no fue más que un suicidio colectivo, se llamó genocidio
negroide mestizo en esta latitud. Pero aquí hubo dientes de leopardo y
colmillos de pitbull en juego.
Israel y sus doce
hijos, eran como una vejación al espíritu de la época. Por esto y por haber
matado un cerdo en el mes de la dieta vegana, Fue llamado a un juicio por la
custodia de sus tiernos Juan y Judas, por perjuicio a la bienandanza de la
Pachamama, o del medio ambiente. Los niños iban a ser ritualizados.
--- Ya no podemos tolerar su comportamiento--- Dijeron los
comisarios ecológicos--- además de haber matado una vaca en el día de Buda,
tiene la desfachatez de haber descuartizado un cerdo sin respetar el día del
despertar vegano, para alimentar a sus mugrosos. Nos vemos en la obligación de
quitarle la custodia de sus dos hijos menores, porque es inaudito darles carne
a los niños, y usted ya ha abusado mucho de esta perversión.
--- Antes de que eso suceda, Prefiero que me maten o que me
metan al calabozo—Dijo Israel llorando.
--- Ya es demasiado tarde, Israel, tu dios esta vez no ha
escuchado tu llanto. En este mismo momento tus dos pequeños ya están en nuestra
sede. Ahora no podrá decir usted que es el israel de dios. La divina fuente de
la que todo emana, no es una fuente tribal, ella no tiene preferencias.
Entienda esto y largase de aquí.
--- Mi nombre sólo es una voluntad de mi madre. Ustedes
también eran el Israel espiritual de Dios, pero han blasfemado tanto que los
vomitará de su boca, como vomitó al Israel carnal, al antiguo pueblo judío que
lo cruci…
--- ¡Saquen a este payaso de aquí! ¡no queremos escuchar más
estupideces!
Y lo sacaron a empujones, 2 ciborg animalescos con pies como
de osos y boca de león.
Después de eso, Israel previó lo que iba a pasar, y huyó a
la montaña cargado de libros rigurosamente seleccionados, con sus diez hijos e
hijas,y estos tuvieron más hijos e hijas con los nativos de la montaña.
Llegaron a formar una pequeña comunidad rural, estos hijos de Israel, bajo la
espesura del bosque, invisible a los satélites y a los radares, en algún lugar
del atlántico, donde se calentaban en fogatas, las noches frías de invierno. Y
leían los libros que habían rescatado como segunda distracción después de la
caza y le pesca, violando las leyes vigentes.
Se cumplía un aniversario más de la declaración universal
sobre bienestar animal y en todo el cosmos conocido hubo fuegos artificiales y
vítores que resonaban en el bosque.
--- Y qué es eso de los derechos animales--- Preguntó María,
ya anciana y olvidadiza.
--- El derecho que tiene la serpiente para mordernos--- Dijo
Isaías—el estado de naturaleza llevado a la legislación a favor de las bestias
--- Tenemos que movernos pronto de aquí, pueden localizarnos--
dijo Israel, recordando a sus infantes, temiendo que sus nietos pasaran la
misma suerte.
No se preocupe papá--- Dijo Ruth- cuando eso suceda nos
inmolamos todos. Primero muertos antes de sacrificar nuestros retoños.
--- Me cago en las bestias, por qué no cambiamos de tema ¿Quién
nos lee más refrescante? Dijo Juan
--- Yo--- dijo Mateo, que estaba leyendo una novela futurista
de Chesterton, aquel potente inglés que habían beatificado en los últimos
tiempos de la iglesia. Se llamada el Napoleón de Nothing Hill, escrita en
1904---- Para que te sigas cagando en las bestias. Estas aparecen hasta en los
libros que escojo al azar, en esta novela Chesterton toca el tema de Nicaragua
en algunos pasajes, se lamenta de la modernización de Nicaragua en boca de uno
de sus personajes, Mr. Fuego ( algo desapareció de este mundo cuando
Nicaragua fue civilizada) ex presidente de Nicaragua exiliado en Inglaterra.
Escucha esto que aparece al principio de la novela:
“Todos los cambios teóricos han acabado en sangre y tedio, si cambiamos
hemos de hacerlo con calma y firmeza, como los animales, las revoluciones de la
naturaleza son las únicas que triunfan. No se conoce ninguna reacción
conservadora en defensa de las colas”
— Indudablemente esto cae como anillo al dedo a la situación que estamos
viviendo – Ese Chesterton era un brujo— finalizó Israel.
Mientras tanto en la asamblea global con doble sede en México y
Bruselas, interconectados por poderosas conexiones de redes neuronales, en
plena era acuariana, se celebraba un aniversario más del ecumenismo de todas
las religiones e ideologías.
La presidenta del partido animalista europeo, mitad serpiente mitad
mujer, y su similar canadiense, mitad
varón mitad hiena, junto con la mona hibrida que gobernó Centroamérica después
de la evaporación de la democracia, lograron persuadir a un tercio de la fauna
global para hacer la última y definitiva revolución del mundo.
--- Seréis como hombres, y vuestros cuerpos de erguirán--- Habló la
serpiente.
--- El hombre es algo que debe ser devorado—Gritó el leopardo
--- No nos olvidemos de la mujer--- Dijo un oso, doctorado en género,
representante de los omnívoros.
---¡Viva el partido bestialista unificado! ¡Nadie es como la Bestia!
Gritaron todos, excepto el grupo de infrahumanos sentado al fondo y a la
izquierda de la asamblea global, enmudecidos de espanto y de sudor.
Los animales iluminados por estas sentencias, ocuparon el hemisferio
norte de la tierra, y los animales retrógrados, permanecieron en el sur. De
manera que lo que terminó de diezmar a la humanidad no fue la gélida
inteligencia artificial, como nos vendían los genios de Hollywood, ni fue
exclusivamente una rebelión porcina, como en la horrible novela de Orwell,
mucho menos una invasión alienígena como pensaban los miraguanos. Fue el hecho
sobrenatural de los animales protestantes. Este tipo de consignas
revolucionarias habían sido el trending topic del siglo. El caso de los hijos
de Israel no había sido un caso aislado. La población mestiza se había alienado
tanto en los goces mundanos que habían reproducido todos los vicios que
llevaron a los anglosajones a su extinción. El mundo se había unificado por
obra y arte de un hombre que tenía una esposa, un esposo y una bestia, y que
preparó el camino para este hecho sobrenatural. China, rusia, y los pueblos furiosos
de oriente medio, Asía y África, se habían ablandado como encantados por
serpientes.
Jesús fue crucificado democráticamente por el Israel carnal, y las
bestias así fueron gloriadas en el tiempo de Israel Pérez. Aquellas que
fueron consideradas impuras en la antigüedad, como la perra, la serpiente, la
hiena y nuestra flamante mona centroamericana, cuyos aborígenes hicieron mucho
ruido en el siglo XXI, y confabulaban en medio de nosotros, obtuvieron tal
poder sobrenatural que hizo vibrar las eras.
En contraposición, también hubo una estampida de animales puros hacia
las regiones del sur, una gran blancura de aves surcó los cielos hacia una
Centroamérica despoblada, e hicieron nido en Ometepe, y en el gran canal
interoceánico, por donde ya ningún barco navegaba, y ya que el reino animal se
había dividido en dos, como en el Deuteronomio, los animales
protestantes impuros diezmaron rápidamente a una humanidad ya vegetativa,
hollywoodesca, vegetariana, feminista, bestialista, y que vibraba muy alto, porque
practicaban la religión de la era de acuario, tan alto que sus cuerpos eran
devorados por leopardos y demás carnívoros endemoniados, y los pocos
sobrevivientes no podían hacer nada sin pactar un número con la bestia, como en
el Apocalipsis. Pero esto no es una fábula pesimista ni una seudoprofecía. Está
escrito y sirva esto solo como una asimilación.
Solo un pequeño rebaño, los descendientes de los hijos de Israel Pérez y
sus amigos, que seguían educando a sus hijos en las antiguas costumbres, y los
hijos a sus nietos por sucesivas generaciones, solo estos se seguían
alimentando de ovejitas pelibuey, pescado, vacas, y aves, y aprendieron a hacer
sacrificios de animales puros y agradables al Señor del Universo, al Dios
desconocido, que les recompensó, disolviendo todas esa maraña con el aliento de
su boca, y dándoles toda la tierra en heredad.
— es cierto lo que decía mi abuelito, éramos una de las tribus pérdidas
de Israel que vinieron a América antes de la conquista— dijo Marquitos. Cuando
le contaron esta historia.
Bienvenidos a Nicaragua, la tierra prometida ¡El reino de los mil años!
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